Si el cine ya era un sector perjudicado en España, la subida del IVA lo agravará aún más, y es que, el cine pasará del tipo reducido (8%) al tipo general, situándose en el 21% y subiendo así trece puntos. Con esta medida, que entrará en vigor el 1 de septiembre, se prevé que cerrarán el 70% de las salas de cine del país.
Como ejemplo práctico, una entrada que ahora cuesta 7,50€ con un IVA del 8%, con la subida al 21% de IVA se situaría en 8,35€ si los gastos los asume el consumidor y no la sala de cine. Así, una entrada de 7,50€ pasaría a costar 8,35€ con esta subida. No es descabellado pensar que en los próximos días o semanas las salas de cine decidan empezar a subir el precio progresivamente, para que la subida no sea tan brusca y repentina ya el mismo 1 de septiembre.
De esta manera, una subida que teóricamente está destinada a recaudar más, no es difícil estimar que acabará recaudando menos, además de afectar gravemente a la industria audiovisual y a la cultura, ya que otros sectores también se verán afectados de la misma manera, como el del teatro y el de la música, aunque paradójicamente no se ha tocado en el caso de los toros, que se mantendrá en el tipo reducido, en el que sólo subirá dos puntos.
Como dato adicional, saber que en otros países como Francia el IVA para las entradas es del 2,5% para las primeras 140 representaciones, y a partir de ahí, sube al 7%. En Alemania es de un 7% fijo y en Holanda de un 6%. Con esta medida conseguiremos situarnos en uno de los países que más impuestos pagaría en comparación con las potencias europeas, tanto en cultura como en productos generales con el 21%, a pesar de tener un poder adquisitivo mucho menor, con salarios que no llegan ni a la mitad que estos países, donde disfrutan de un salario mínimo de más de 1400€ mensuales.
Para suavizar un poco el mal trago, nunca viene mal un divertido vídeo como este a modo de vaselina.
Algo lamentable sin duda, si el cine en España era caro de por si, ahora es mejor ni imaginarlo; una subida de casi un euro. Todo esto juntado con las miles y miles de familias que están en crisis y para ellos ir una tarde al cine es un lujo. Toda una pena, la verdad, es un duro palo para el séptimo arte y para sus fieles seguidores.